Los torreones en las casas tapatías

Casa Gómez Arzápalo, Atribuida a Ing. Arroniz, c. 1890, Ramón Corona y Héroes, Hoy Jardín de San Francisco. Demolida.

Por Jesús Manuel Najar Fierro

Durante sus primeros tres siglos y medio, la arquitectura residencial en Guadalajara perpetuó la tradición constructiva heredada por la colonización española. Casas adosadas unas a las otras, con zaguán por vestíbulo y patio central, fue la tipología preponderante hasta la década de 1880. A partir de ahí se gesta la apertura del país al exterior como resultado de las políticas de colonización y fomento industrial promovidas, primero, por el presidente Manuel González, y continuadas y ampliadas durante las tres décadas de mandato de Porfirio Díaz. México acogió a un importante número de colonizadores extranjeros a los que se les ofrecían tierras federales con la condición de poblarlas, explotarlas y generar recursos económicos e industria en el interior del país. Al mismo tiempo, México se abría a la inversión extranjera directa para el desarrollo de infraestructura e industria. Se abrieron y modernizaron puertos en la costa del Golfo y del océano Pacífico, y muchas ciudades del interior del país fueron conectadas con puertos marítimos y fronterizos por medio del ferrocarril.

Las nuevas oportunidades atrajeron a inmigrantes extranjeros que trajeron consigo, no sólo a su familia, su cultura y sus modos de vida, sino también su propia arquitectura, con su respectivos vocabulario y estilos. Guadalajara no fue la excepción, y poco a poco fueron apareciendo casas distintas a las tradicionales en la ciudad. Uno de los primeros ejemplos de esta nueva arquitectura fue la casa del Lic. Luis Gómez y Delfina Arzápalo, que mandaron construir su casa al Ing. Arróniz Topete. La fachada de la casa estuvo flanqueada por un par de esbeltas torrecillas con afilados chapiteles cubiertos de teja de pizarra. Esta casa bordeaba la plaza del convento de San Francisco, que durante mucho tiempo fue la puerta de entrada a la ciudad, al estar contigua a la estación de ferrocarril. Sin duda, la Gómez-Arzápalo provocaba sorpresa y admiración de paseantes y visitantes. Al lado opuesto de la plaza, en el cruce de la hoy avenida 16 de Septiembre y la calle Prisciliano Sánchez, estuvo la majestuosa “Casa del Torreón” de la familia González Hermosillo y Brizuela construida por el italiano Ángelo Corsi. Su altísimo torreón –quizás inspirado en la torre de la catedral de Florencia, Italia–, fue, sin duda, un hito urbano.

Al trazarse la primera colonia planeada en Guadalajara, la colonia Francesa, fue estipulado por primera vez el dejar espacios vacíos entre las casas y los lotes colindantes para permitir la plena circulación de aire en torno a las casas. Dicho esquema urbano cambió por completo los modos de diseñar, construir y habitar la ciudad. La idea primordial de este esquema urbano era recrear un ambiente campestre en la ciudad, además de proveer un modo de vida más “sano” y abierto. Estos lineamientos urbanos fueron seguidos para las futuras colonias que se fraccionaron en la ciudad: Americana, Reforma, y Moderna. Es así que aparecen las primeras casas exentas y semi-exentas en la ciudad, conocidas en España –y adoptadas en México– con el nombre de chalets.

Chalet Paulsen, Ernesto Fuchs, c. 1899, Av. Enrique Díaz de León y Prisciliano Sánchez, Col. Americana. Existe, remodelada.

La época victoriana con su exuberante arquitectura en el mundo anglosajón tuvo su equivalente en el universo mexicano con el porfiriato. Los estilos arquitectónicos en boga en los tiempos victorianos –como el estilo Queen Anne, el Eastlake, y el Shingle– llegaron a México por medio de libros y catálogos. Muchos de los arquitectos que construyeron los chalets y villas en las colonias tapatías fueron de origen europeo, pero nacionalizados estadounidenses, de manera que estuvieron expuestos a dichos estilos. Si bien algunos de los habitantes de las casas con torreones fueron extranjeros, los diseños en Guadalajara no seguían fielmente los de la arquitectura estadounidense. El chalet tapatío fue un híbrido que combinaba elementos de arquitectura victoriana con materiales mexicanos, como el adobe y el ladrillo de barro cocido, así como también integraba elementos ornamentales de madera importada o réplicas de diseños victorianos fabricados en herrería local.

Chalet Störzel, Ernesto Fuchs, c. 1905, Av. Hidalgo y Colonias, Col. Americana. Demolida. 

La arquitectura de los chalets era singular: planta asimétrica, servidumbres ajardinadas y diferencias de alturas. La imagen que se deseaba evocar era la pintoresca naturaleza de un paisaje europeo con la verticalidad e individualidad del castillo obtenida con la diferenciación de espacios habitables hacia la fachada. Una de las formas de destacar los distintos usos en la casa fue por medio de torres que se asomaban por encima de las cubiertas, que proporcionaban nuevas vistas y nuevos alcances espaciales a la casa tapatía. Los torreones se plantearon como apéndices a la casa, y fueron diseñados con plantas circular u octagonal, geometría que contrastaba con la planta cuadrangular de la casa. En muchos casos, los torreones fueron el elemento dominante del diseño de la fachada. Su posición en ésta fue asimétrica, en las orillas, en especial si la casa estaba en esquina. Los torreones tuvieron, a su vez, ventanas, mirillas, óculos y ventilas, además de estar rematados por afilados chapiteles metálicos, como las torres de una iglesia; o terminados en cornisas con almenas, a manera de atalaya. La función original del torreón fue meramente decorativa, pero en Guadalajara, los torreones albergaron el espacio de las escaleras, o fueron pabellones abiertos a manera de mirador o belvedere, lo que daba una oportunidad más de captar aire, luz y vistas largas de las llanuras del Valle de Atemajac.

(der.) Villa Beatriz, Camilo Pani, 1914, Av. Vallarta y Atenas, Col. Americana;
(izq.) Casa Verea Corcuera, Atribuida a Guillermo De Alba, c. 1910, Av. Vallarta y Emerson, Col. Americana. Existen en buen estado.

En las colonias tapatías se construyeron numerosos chalets con torreones, de los cuales hoy pocos subsisten. En la colonia Francesa se construyeron muchos de los primeros de Guadalajara. Al principio eran agregados a residencias previamente construidas por sus desarrolladores, como fue el caso del chalet Stoërzel, obra del ingeniero alemán Ernesto Fuchs, que se adaptó a esta nueva moda arquitectónica con un torreón esquinero. Muy cerca de ahí, el ingeniero y artista italiano Enrique L. Choistry construiría el “castillo” de Joaquín Amézaga, en la esquina de Pedro Moreno y Robles Gil, con dos robustas torres almenadas flanqueando la casa. El chalet Stoërzel, fue demolido en los años cincuenta, y la casa Amézaga subsiste severamente modificada, casi irreconocible.

Casa del Torreón, Angelo Corsi, c. 1900, Av. 16 de Septiembre y Prisciliano Sánchez, Centro. Demolida.

En la colonia Reforma se distinguieron por sus torreones, el chalet Manzano y el chalet Nigg, también obras de Choistry sobre la entonces Av. Lafayette. Sobre la avenida Vallarta aún sobreviven en buen estado de conservación, la Villa Beatriz y la casa Corcuera Verea. Por su parte, en la colonia Americana, en especial sobre la calle Libertad, se concentró un gran número de casas con torreones. Entre ellas, el chalet Salmón y la villa Clover Lawn, esta última, obra de Fuchs. Sobre la calle Tolsa aún se ubica, aunque modificado en su fachada, el chalet del empresario ferretero alemán Ernesto Paulsen, diseñada por Ernesto Fuchs. El torreón-mirador de esta enorme finca sobrevivió poco tiempo, ya que, al igual que el de la casa Corcuera Verea, al parecer colapsó después de una severa tormenta. Quizá lo frágil de su arquitectura, así como el fin de la época que lo vio nacer, el porfiriato, dieron por terminado el uso del torreón en las nuevas casas de la ciudad. Los valores cambiaron y la modernidad impuso un fin más práctico a la casa-habitación, más allá que la mera evocación de la vida campestre.

Es importante, no sólo recordar estos lugares en fotografías del pasado, sino también –como profesionistas en el diseño del hábitat–, participar en su cuidado y su conservación. Edificios como éstos representan una etapa de auge y crecimiento en Guadalajara y enriquecieron la formación de su identidad arquitectónica.

Actualización de texto originalmente publicado en Blog ESARQ, Agosto 7, 2014.


Jesús Najar

Jesús es arquitecto y especialista en preservación histórica. Ha colaborado con distintas organizaciones civiles y de gobierno en México y Estados Unidos administrando obras de rehabilitación y restauración de edificios históricos, así como en el diseño y la renovación de museos y centros interpretativos. Es egresado del iteso, en Guadalajara, y cuenta con la Maestría en Planeación Urbana y Ambiental, con Certificación en Preservación Histórica, por la Universidad de Virginia, Estados Unidos. Su primera publicación es la monografía de la vida y la obra del ingeniero alemán Ernesto Fuchs y fue editada por Arquitónica en 2016.